EL CAUDILLO

Buena nota en Clarín donde elogian a la Gran Bruja. Raro teniendo en cuenta que el editor es Garpani!

Saludos!

El día en que Verón ratificó para qué sirve ser un líder

26/09/10 “Supimos salir de una serie negativa y mostramos que nos podemos reconstruir con inteligencia”, dijo.

PorMARIO RUEDA 

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AL FRENTE. VERON AVANZA CON LA PELOTA A SUS PIES. RE PARECE ADMIRARLO.

Los caudillos se diferencian de los jugadores comunes y corrientes porque, en determinado momento, de su interior aflora un plus de liderazgo que los transforma. Ese es su sello, su naturaleza. Cuentan que el caudillo riojano Facundo Quiroga peleaba en las montoneras atado a su caballo y sin otra prenda mas que un chiripá. Su fiereza en la batalla era tal que a veces, indomable y con tal de defender a ultranza su causa, hería hasta a sus propios compañeros. Salvando las distancias hay partidos, y el de ayer fue uno de ellos, en los que Juan Sebastián Verón se transforma y también deja pedazos de su piel en la cancha. Entonces discute airadamente con el árbitro; tira un par de riesgosas patadas de más y se gana la amarilla o se recalienta con el juez de línea porque le pide salir de la cancha cuando tiene sangre en la nariz y hasta le arroja de mala manera el algodón ensangrentado. Un jugador “normal” con el tobillo inflamado, dolorido y todo, ayer quizá hubiera jugado apenas rato. Si salía en el entretiempo con su equipo ganando ante un Boca tísico nadie le hubiese dicho nada. De paso se “cuidaba” para el clásico del miércoles. Pero no. Siguió en la cancha porque su estirpe así se lo pedía.

Tras el partido, mano a mano con Clarín , la figura de la cancha se hizo el desentendido cuando se le preguntó porque desobedeció la orden de salir de la cancha a los 30 del ST, cuando del banco le hicieron señas para ser reemplazado por Peñalba. “¿De qué momento me hablas?, consultó. Cuando a los 30 te pidieron salir, se le dijo. “Ah no sé porque yo juego sin reloj”, replicó, pícaro. ¿Pero no fuiste vos quien cambió su propio cambio?, insistimos. “No, mejor eso preguntárselo a Sabella que yo no me acuerdo de nada”, dijo sonriente antes de girar sobre sus tacos y salirse de la escena.

Verón ayer articuló en el juego corto de los volantes albirrojos. Tocó de primera y no usó su certeros pases largos y cruzados para no forzar su maltrecho tobillo diestro. Y corrió como un pibe que juega por primera vez ante un grande desdibujado como Boca. Jugó de silbato a silbato y antes de finalizar el pleito quedó parado primero de 3, pisándole la pelota al impetuoso Gaona Lugo, o sino rechazando la última bola de la noche en posición de 4, tapando las trepadas de Mouche, por derecha.

El símbolo pincha es tan grosso que hasta sus mensajes de mitad de semana rebotaron en el seno del plantel y retumbaron hasta el día del partido. “Cuando empecé en Estudiantes había que hacer fila para ocupar una camilla. Y ahora cualquiera la pide”, insinuó. Teléfono para un par. Y quien quiera oír que oiga.

“Supimos salir de una serie negativa y hoy demostramos que como grupo podemos reconstruirnos con inteligencia. Ante Boca presionamos con orden y movimos con acierto la pelota. Somos un grupo que sabe insertar a los chicos nuevos que van llegando para contagiarlos de la idea que tenemos nosotros, los mayores”. Es palabra de Verón.