NOTA SOBRE ESTUDIANTES Y SABELLA EN EL DIARIO MARCA

Varios me mandaron esta nota, va el texto y el link al sitio con la nota.


Sigamos festejando!!!

¡¡DALE CAMPEÓN!!

Sabella, otra consagración

Ahora que el Barcelona de Guardiola vuelve a parecer imbatible, supersónico y perteneciente a un planeta distinto al de los demás, conviene recordar lo sucedido hace justo un año en Abu Dhabi. Se suele citar al Chelsea de Hiddink y al Inter de Mourinho como los dos cuadros que supieron contrarrestar el juego azulgrana en choques de máxima tensión -más allá de si ganaron o perdieron, evitaron ser víctimas de un baile e incomodaron a un equipo que disfruta casi siempre que juega y que convierte la competición en un espectáculo-. Sin embargo, hubo otro que, en una gran final, llegó a oler la gloria tras un planteamiento perfecto que también descolocó a Messi y compañía... hasta su despertar sobre la bocina. A aquel conjunto formidable en lo táctico lo dirigía Alejandro Sabella. El mismo hombre que convirtió anoche a Estudiantes de la Plata en el nuevo campeón de Argentina.

Los torneos cortos pueden favorecer la aparición de sorpresas. Está sucediendo recientemente en el país de Maradona, donde Banfield y Argentinos Juniors lograron títulos absolutamente inesperados la pasada temporada. Sin embargo, el Apertura 2010 ha reflejado a la perfección el estatus actual de aquel fútbol: con Boca y River sumidos en crisis simultáneas, los dos equipos dominantes del momento, los mejores, los más convincentes, se disputaron el trono. Estudiantes y Vélez. Sabella y Gareca. Tuvo su pelea todos los ingredientes que ayudan a enganchar incluso al público neutral: dos colosos que se sienten grandes y que esquivan la presión, una división casi ideológica entre un cuadro al que abrazaron los amantes de la vertiente más estética del juego -Vélez- y otro que fue bautizado como la mejor representación de la practicidad -Estudiantes-. Al fin y al cabo eran dos equipos fabulosos y las etiquetas, como tantas otras veces, no hacían justicia total a la naturaleza de los equipos descritos. Sobre todo por parte del Pincha. Negarle la calidad a un equipo que junta a Enzo Pérez, Verón, Leandro Benítez y Gastón Fernández suena raro.

Pero el mérito del equipo de Sabella es haberse sobrepuesto a la marcha de su goleador de postín. Mauro Boselli fue durante dos temporadas la referencia ofensiva indiscutible de un cuadro que generaba oportunidades gracias a la gran calidad de su zona de tres cuartos de campo y que se agarraba al acierto rematador del ex punta de Boca para finalizarlas. En verano, el killer se marchó al Wigan, donde aún está lejos de completar la necesaria adaptación al fútbol europeo. Estudiantes, que ya había perdido a Sosa -de regreso a Europa-, se quedaba sin gol. El club buscó un sustituto que pudiera responder de inmediato: apostó por un veterano con pólvora reciente acreditada. Llegó Hernán Rodrigo López, ex de Vélez, pero casi no pudo participar. Así que Sabella se tuvo que inventar a la Gata, un segundo punta, casi un enganche, jugando de nueve. Y Fernández, ya autor de un gol en la final de la Libertadores ganada en Belo Horizonte, se disfrazó de ariete. Hasta marcó goles de cabeza, alguno tan imposible como el globo milagroso que arañó tres puntos preciados ante Independiente. Mientras los analistas escribían que Estudiantes ganaba llorando, sufriendo, casi suplicando ayuda, Vélez enamoraba con Maxi Moralez, con el Burrito Martínez, con Bella, con Augusto Fernández... Hoy, esa diferencia se reinterpreta: la excelencia de Vélez revaloriza aún más el título del campeón, que sin nueve puro aguantó todo el torneo arriba.

Sabella ganó la Libertadores a los pocos meses de estrenarse como entrenador en solitario. Antes de cumplir el año, acarició la corona planetaria en los Emiratos. Tras el adiós de Diego en la albiceleste, muchos lo señalaron como el candidato idóneo. Hoy todos sospechan que su íntima amistad con Passarella lo llevará tarde o temprano -más temprano que tarde- al banquillo de River. Pero todo Estudiantes le pide que se quede. Que su pizarra ayude a reconquistar América, que acerque a Verón a esa revancha Mundial con la que sueña antes de quitarse, sólo de forma literal y sin abandonarla jamás en el espíritu, la camiseta del Pincha. No jugó su mejor torneo, pero la Brujitapuede sonreír: desde que volvió a La Plata, el club de sus amores es el gran referente del fútbol argentino.

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